Hay gente con la que se tiene una conexión especial, de eso no me cabe la menor duda. Con algunos tenemos química desde el principio o como yo suelo decir hay feeling. No sé porque será eso, y tampoco me he preocupado nunca mucho por ello, pero la verdad que es algo que me encanta.
Ayer me reencontré con un viejo amigo que me ha hecho pensar sobre este tema…
Hacía mucho que no le veía, irme a Dublín rompió mis rutinas de las clases de francés por las tardes, y de verle todas las semanas. Los martes y jueves eran nuestros días, de 7 a 8 y 30, aunque algún día lo alargamos con una cerve después de clase.
No me cayó demasiado bien cuando nos presentamos, se dio ciertos aires de prepotencia, supongo que pensando que yo era una niñata de 17 años y creyéndose mayor, pero nos bastó una hora y media para que se produjese esa conexión especial entre los dos. Al final de esa primera clase supimos que íbamos a ser especiales el uno para el otro.
Probablemente él fue la razón por la que yo no me salté ninguna clase, y por la que me volví a apuntar cada año a la academia. Tres años de clases, tres horas a la semana nos dieron para conocernos suficientemente bien. No hubo un solo día que no nos sentásemos juntos y comentáramos sobre cualquier cosa, contándonos mucho más de lo que le puedes llegar a contar a un simple compañero de clase. Y así llegó a conocerme mejor que muchas de mis íntimas amigas. No sé si me asustó o me sorprendió la primera vez que me dijo algo acerca de cómo era yo, con un simple comentario dejó al descubierto una de mis debilidades que yo creía más ocultas, y me di cuenta que en poco menos de un mes me había calado por completo. Algo había entre nosotros que hizo que la confianza surgiera rapidísimo y estuviéramos especialmente cómodos el uno con el otro.
Supongo que son cosas de la vida, que hay gente con la que vas a conectar en seguida, pero entre nosotros había algo más. Nunca dijimos nada, nunca hubo ningún acercamiento pero la relación no era solo de amigos y había una chispa especial, un tonteo que hacía que nos lo pasásemos fenomenal el uno con el otro.
Había algo que hacía que el tiempo volase cuando estábamos juntos, y siempre se nos hiciera tarde. Que cualquier plan, si íbamos a coincidir ya nos pareciese divertido.
Supongo que el hecho de que nunca coincidiésemos solteros los dos fue lo que hizo que nunca pasase nada entre nosotros, pero cuando acabé las clases antes de irme a Dublín me moría de la pena pensando que ya no le vería más. Y entonces pensé que había perdido la oportunidad y que debía haber movido ficha para tener algo con él. Me propuse que si le volvía a ver sería más directa, y no me quedaría con la duda de si tenía que haber ligado con él. Todos estos sentimientos eran muy fuertes entonces, pero en dos años sólo había hablado con él un par de veces, nos felicitamos el cumpleaños de cada uno y poco más. Así que simplemente se había quedado en un tío que fue especial, al que le había tenido mucho cariño pero que había desaparecido de mi vida.
Ayer, supongo que por casualidades de la vida, por el capricho del destino o porque Madrid no es tan grande como creemos nos volvimos a encontrar. Estábamos en una discoteca, cada unos con sus amigos, pero cuando nos vimos nos hizo una ilusión tremenda a los dos y nos olvidamos del resto del mundo.
Nos pusimos al día, que hacíamos cada uno ahora y que había sido de nosotros en los últimos dos años, un resumen de las hazañas mas importantes y entre risas y copas fue pasando el tiempo y como una evolución natural de la conversación llegamos a hablar de nosotros, eso que había sido un tema tabú salió bromeando y nos pareció lo más normal. La conversación estuvo llena de ironías y bromas, pero así era mas fácil, entonces el me dijo «entre broma y broma la verdad asoma» y me hizo ver que los dos pensábamos igual, que entre todas esas risas había mas de un sentimiento escondido y la conversación se fue dirigiendo a que podría pasar ahora, cada vez menos irónica, cada vez mas seria.
Habíamos estado tan bien juntos que no nos habíamos dado cuenta de la hora pero ya era muy tarde y estaban cerrando. Nos despedimos como dos buenos amigos que hacía tiempo que no se veían y me fui a casa con una sonrisa de oreja a oreja.
Esta mañana amanecí con un mensaje suyo y hemos estado hablando todo el día, bromeando y sacando a la luz la complicidad que teníamos. Pero ahora me pregunto ¿será demasiado tarde o será el momento de que empiece algo? Supongo que ya lo descubriré pero por ahora tengo la ilusión de haberme reencontrado con un gran amigo y quién sabe si algo más.
-A.