La Navidad para mí

 ¡Por fin podemos decir que estamos en Navidad! El ambiente por las calles cambia, están las luces y decoraciones, escuchamos villancicos y vemos las calles llenas de gente alegre. Todo está animado y nos anuncia que llega la Navidad y el año se está acabando.

Me encanta esta época, pero no me gusta por los regalos, las vacaciones o la comida, que también. La Navidad para mí es mucho más que eso, y me gusta por todo lo demás.

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La Navidad para mí no son simples vacaciones, es volver a casa con mis padres y hermanos y que parezca que nunca nos fuimos. Es estar con mis abuelos, mis primos y mis tíos 24 horas durante una semana y no acabar harta de ellos sino pensando: ¡qué suerte tengo de tener esta familia!

La Navidad para mí no son regalos materiales, sino la ilusión con la que todos preparamos el 24 de diciembre. Es mi tía María subida en una silla y gritando el nombre de quién regala a quién por el amigo invisible. Es ver a los sobrinos saltando de alegría porque Papá Noel está en el jardín y les ha traído regalos a todos! Es ver como mi madre cuando se acerca reyes piensa que volvemos a tener 5, 10 y 12 años, nos hace escribir una carta y acostarnos temprano. Es la ilusión de abrir los regalos como si no hubiéramos crecido y el desayuno en familia del 6 de enero con roscón y chocolate caliente. Es ver que pasan los años pero las navidades en casa no han cambiado.

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La Navidad para mí no son comidas eternas y copas de vino que no paran de rellenarse. Es encontrarse con amigos que no ves desde hace tiempo y pasar buenos ratos con ellos. Es ponerse al día y darte cuenta que algunas se han ido a vivir a otro país, otras se casan y otras están embarazadas pero que por mucho que cambien las circunstancias podemos seguir compartiendo ratos tan buenos como hace años.

La Navidad no es escuchar villancicos americanos que nos ponen ahora en cualquier sitio, es cantar con mis tíos y mis primos las tres estrofas de los villancicos populares que nos sabemos. Es llamar a los que no pueden pasar el 25 de diciembre con nosotros y cantarles (o gritarles) el villancico familiar sin ni siquiera dejar que nos respondan. Es recitar las poesías del abuelo y enseñárselas a los más pequeños porque el año que viene se las tienen que saber. Es darnos cuenta que tenemos unas costumbres familiares “muy normales” que ninguno de los que vienen de fuera entienden. Es pasar la cultura familiar a los más pequeños.

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La Navidad para mí no es salir a un bar y beberme 4, 5 o 7 copas como un viernes cualquiera. Es ir a “nuestro” bar y saber que allí nos vamos a encontrar todos. Que todos hemos vuelto a casa por Navidad y que allí estaremos, desde los que tienen 30 a los que tienen 16. Es saber a la hora que voy pero nunca a la hora que me voy a volver. Es que el gin tonic de después de comer con mi hermano y dos más se pueda convertir en una cena de 40 personas.

La Navidad para mí tiene su verdadero sentido en el nacimiento de Jesús, que cada año nos recuerda que vino a salvarnos. Nos recuerda que debemos ser mejores personas y ayudar a los demás. Me gusta la Navidad porque nos acordamos más que nunca de los más desfavorecidos e intentamos ayudarles para que ellos también pasen unas buenas fiestas.

 Y sí, estoy de acuerdo en que no tenemos que esperar a que llegue diciembre para darle un abrazo a nuestros abuelos, reencontrarnos con amigos, ser solidarios o hacer regalos… Pero por desgracia todo va muy rápido y es en ese momento del año en que todas estas cosas pasan a la vez y me llena una felicidad tremenda.

¡FELIZ NAVIDAD A TODOS!

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¿Por qué escribo?

 A veces, días como hoy en los que no he parado ni un sólo minuto llego a casa reventada y me pongo a reflexionar. Hoy he llegado y sólo tenía una cosa en la cabeza “tengo que escribir un post”.

He abierto el word y he estado mirando la página en blanco un rato. Yo la miraba y ella me miraba a mí, pero nada, no he encontrado nada que me inspirase como para escribir ese post que sé que le debo al blog. Y en medio de la frustración “de la página en blanco” me he hecho a mi misma esa pregunta que tantas veces me han hecho los demás ¿Por qué escribo?escribir 3 Como la mayoría de las buenas preguntas, ésta tiene una difícil respuesta, me atrevería a decir que ni siquiera yo tengo muy claro por que escribo.

Escribo porque me gusta, me desahoga, me relaja y me entretiene. Escribo porque creo que es una manera de concerme mejor y aceptar muchos hechos que no aceptamos cuando sólo están en nuestra mente.
Escribo porque a veces siento que si expreso las cosas con palabras son más reales.escribir 1 Escribo para mí, o a veces, como hoy, escribo porque siento que se lo debo a los demás.

Escribo porque me gusta leer, y me encantaría aprender a escribir. Escribo porque me he enganchado a ello, y como Z repite en varios posts es algo que acaba creando adicción. Escribo porque lo necesito.

Escribo porque es lo que une a este blog, que ha sido mi proyecto más importante, que lo he cuidado y mimado viéndolo crecer y que tantas ilusiones me ha dado.

Escribo porque se ha convertido en una parte de mí.

Y tú, ¿Por qué escribes?

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-A.

Doña Perfecta

Llevo toda mi vida intentando hacer las cosas lo mejor posible, y ahora no sé hasta que punto es lo que hay que hacer.

He intentado ser la hija perfecta, la hija de la que mis padres estuvieran orgullosos y de la que pudieran presumir. Siempre he estudiado mucho y he sido responsable, aunque nunca llegué a ser sobresaliente.

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Intenté ser culta y dí clases de pintura, de piano, de guitarra y de baile. Incuso de teatro, pero en todas y cada una de ellas lo que descubrí es que le arte no iba conmigo.

 He intentado ser la hermana perfecta, ocupándome de mis hermanos pequeños y cuidándoles. Siendo su confidente y cubriéndole de mis padres cuando iban creciendo. Con los mayores también me he portado lo mejor que he sabido, queriendo siempre ser lo que a ellos les parecía que debía de ser, preocupándome de lo que ellos pensaran de mi.

 He tratado de ser la nieta que mis abuelos querían, de la que pudieran hablar orgullosos a sus amigos. Responsable, educada y cariñosa. Atenta y cuidadosa. No demasiado fiestera pero lo suficiente como para tener una vida social

Imagen He tratado de cuidar mi dieta, aunque mi debilidad por la comida no me ha dejado nunca llevar la dieta que debería. Intenté ser deportista y llevar la vida más saludable que pudiese, pero ni la natación, ni el baloncesto, ni el padel, ni el tenis.. ¿Qué le vamos a hacer si no soy habilidosa para los deportes?

 Me propuse aprender a cocinar, saber llevar una casa, poner lavadoras, fregar y planchar para así ser autosuficiente y poder llevar bien mi casa el día de mañana.

 Por supuesto he intentado ser la amiga perfecta. Estar ahí siempre que lo han necesitado cualquiera de ellas. Mantener el contacto con las que están lejos, y ver a menudo a las que están cerca.

Imagen Siempre he intentado pensar en los demás antes que en mí, y desde luego me he intentado regir por “no hagas lo que no te gustaría que te hicieran”.

 He intentado ser lo que los demás querían que fuese, hasta que me gané la fama de “doña perfecta” y entonces, ya no había vuelta atrás. Hay que cumplir con la expectativas y guardar las apariencias.

 Pero realmente ahora me pregunto ¿Y para qué sirve todo esto? ¿De verdad es lo que yo quiero? Por que a veces me encantaría hacer cosas que no debería, comer todo lo que me gustaría, y beber más. Me gustaría poder salir, bailar, cantar y gritar sin tener que pensar en la imagen que voy a dar. Me gustaría de vez en cuando vestirme con algo que se salga de lo normal, no preocuparme de que sea demasiado atrevido o que me quite la etiqueta de “que elegante va esta chica siempre”.

 Me gustaría de vez en cuando dejar de ser la amiga responsable, la que cuida y se ocupa de las demás. La que si pasa algo va a poner la cabeza y solucionar los problemas. Me gustaría alguna vez ser yo la que pueda perder la cabeza, la que me meta en algún lio por lo bien que me lo estoy pasando aunque me tengan que sacar de él.

Imagen Por que a veces los planes que debería hacer me aburren, la ropa que debería ponerme me da pereza y las historias que me cuentan no me importan absolutamente nada.

 He intentado toda mi vida, con todas mis fuerzas y poniendo siempre toda la racionalidad del mundo en ser la niña/ mujer que debía ser, una mujer de bandera, o como quién dice una mujer como Dios manda.

 Pero me he perdido muchas cosas por intentar contentar a los demás antes que vivir mi vida, por vivir la vida que ellos querían que tuviera y la que se suponía que debía llevar.

 Y ya me he cansado de intentar ser la niña que todas las madres quieran para sus hijos, la que todas pongan de ejemplo. Me he cansado de que mis amigas me pongan de excusa para poder ir a los sitios, porque si está A las madres están tranquilas. Me he cansado de lo que siempre he intentado ser. Me he cansado de intentar ser algo que no era con todas mis fuerzas. Y ahora pienso si de verdad merece la pena o será mejor relajarme, ser yo misma y empezar a vivir.

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-A.

Reflexiones de una noche de insomnio.

Otra noche sin dormir y vuelvo a releer diarios antiguos. Es una costumbre que no sé cuando cogí pero que hace años que me acompaña. Las noches de insomnio, cuando por lo que sea llevo horas en la cama intentando sin éxito dormirme, cuando ya he contado ovejitas hasta aburrirme (sí, tengo que reconocer que siempre intento contar ovejitas pero nunca me ha funcionado), cuando he mirado el móvil varias veces pero todo el mundo que podría darme conversación está dormido, entonces cojo un diario antiguo y empiezo a leerlo.

Normalmente cojo el último que he empezado y empiezo a leerlo desde el principio, pero nunca hace más de dos años que lo empecé así que el cambio tampoco es demasiado. Pero este domingo decidí leer un diario de cuando era pequeña, y cuando llevaba un par de hojas cada vez me enganchaba más, tengo que reconocer que leí en diagonal para poder pasar rápido por casi todas las épocas en las que he ido escribiendo un diario. Fui viendo mi evolución, como he ido cambiando como persona y todo lo que me rodea  y entonces empecé a pensar…

ColumpioMe di cuenta de lo diferente que soy de esa niña de 12 años que escribía en un cuaderno de Mickey con bolis de colores. Que la mayoría de mis grandes preocupaciones de entonces ahora me hacen gracia y me cuesta entender como le di importancia. Me encantó comprobar que he ido aprendiendo de mis errores, y que el paso del tiempo me ha ido curtiendo y dirigiendo hacia lo que yo creo que es ser mejor persona.

Que la adolescente que se dejaba llevar por cualquier impulso y reivindicaba todo ahora piensa las cosas antes de actuar y las palabras antes de decirlas.

Me di cuenta que hay gente que durante un tiempo estaba estado en todas mis historias, en mi día a día y que fue muy importante y que ahora ni siquiera sé que es de ellas. También me di cuenta como hay personas que aparecen en todos mis diarios, desde ese que empecé a los 12 años, pero no tenían ninguna importancia para mi y ahora no sé que haría sin ellas.

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Pero sobre todo, me hizo pensar sobre el paso del tiempo. ¿Cómo ha podido pasar todo tan rápido? ¿Cómo ha podido cambiar todo tanto sin que nos demos a penas cuenta? Y me da miedo… Me da miedo no estar aprovechándolo lo suficiente. Me da la sensación que a veces, dejamos pasar las horas sin valorarlas. Veo como de lunes a viernes lo único que pienso es en que queda un día menos para llegar al fin de semana y que durante el fin de semana por lo menos una mañana la suelo pasar de resaca en el sofá. Entonces al final ¿qué nos queda de los 7 días de la semana?

Haber leído los diarios me ha servido para reflexionar, para pensar y darme cuenta que hay que aprovechar cada minuto, y que eso por supuesto incluye los 6660 minutos que hay en la semana antes de los viernes a las 3 de la tarde que es cuando salgo de trabajar. Que cada día es único y que de todas las épocas vamos a poder sacar partes buenas y partes malas, pero de las malas aprenderemos.

Que ya no voy a volver a tener 12 años y utilizar bolis de colores para escribir un diario, que la ilusión de los 15 de ver que me ponía en cada fiesta y que mis amigas me dejaran ropa tampoco va a volver. Los 16 y 17 los disfrutamos en bachillerato, siendo las mayores y las favoritas del cole, haciendo lo que se nos pasara por la cabeza sin pensar en las consecuencias y creando millones de momentos que hacen que pensemos en el colegio y nos entren ganas de volver. Los 18, el principio de la universidad conocer gente nueva y una nueva ciudad, saborear la mayoría de edad y la libertad tampoco van a volver.

Que las responsabilidades aumentan y la madurez gracias a Dios también, pero que ahora tengo 23 y acabo de empezar una nueva etapa, que acabo de empezar a trabajar y que aunque no estoy conociendo una nueva ciudad si que estoy conociendo mucha gente nueva y nuevas experiencias de las que tengo que disfrutar. Para que cuando los años pasen y vuelva a tener una noche de insomnio, cuando coja el cuaderno azul con pajaritos que ahora uso de diario y lea mis hazañas de 2013 en adelante se me dibuje una sonrisa en la cara y piense “que bien he aprovechado los años y como lo he pasado” y eso me anime a seguir así.

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Se acabó

Se acabó, acabó la que se supone que es mejor de las etapas de la vida. Después del último examen, podemos dar por concluida nuestra carrera. El fin de esta etapa para mi no está marcado por dejar de lado los libros y las bibliotecas por un tiempo, sino que lo marca el volver a España y a casa. Estos dos años fuera han sido increíbles, he aprendido muchísimo no sólo en el aspecto académico sino además en “la escuela de la vida” y todo lo que he aprendido es en gran parte por las grandes personas que he tenido la suerte de conocer en Dublín, por eso a ellas les dedico este post.

Aquí os dejo mis reflexiones sin rigor de ordenación de estos dos últimos años…

  1. He ganado amigas para toda la vida, de esas que sé que me querrán en su boda aunque sea pequeñita y familiar.
  2. En una discusión y un apartamento mixto las mujeres siempre mandan.
  3. Las mejores conversaciones son en mitad del pasillo a altas horas de la noche.
  4. Las penas con buenos amigos son menos penas.
  5. Las apariencias engañan.
  6. Los blogs son mi debilidad, cada día leo más.
  7. Se pueden pasar muchas horas al día en Facebook, demasiadas.
  8. Los juegos de Facebook (Candy Crush) dan mucho de sí, pueden ser una nueva herramienta para ligar.
  9. Si te gusta comer aprenderás a cocinar.
  10. Se pueden hacer unas cookies buenísimas en el microondas en dos minutos.
  11. No hay nadie más pesado que una azafata de Ryanair. Parece que es un requisito que tengan voz de pito.
  12. Aunque llueva casi todos los días el paraguas en Dublín es inútil.
  13. No hay mejor postre que granola con yogurt (para el día a día)
  14. Las costumbres de casa de cada uno pasan a ser costumbres de todos cuando llevas cierto tiempo conviviendo.
  15. El continental puede dar mucho de sí.
  16. En Irlanda se come muy bien.
  17. La música en vivo en los bares es una maravilla.
  18. El sur de España tiene una subcultura que no es conocida por los demás.
  19. La convivencia puede hacer que llegues a querer a alguien tanto como para que te despierte a las dos de la mañana cantando Adele y no quieras matarle.
  20. Ver series es una forma estupenda de pasar tiempo juntas.
  21. Al hacer la compra se descubre la personalidad de la gente.
  22. Planificar menús de la semana puede llegar a estresar a la gente, aunque a mi me encante.
  23. Comprarte una raqueta de squash no va a hacer que juegues.
  24. Acostumbrarte a tener “una sombra” te vuelve dependiente, y probablemente me va a costar recuperar mi autonomía.
  25. De un grupo de desconocidos puede hacerse una gran “familia”.

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Aunque sé que me dejo mil cosas en el tintero pensé que 25 era un buen número. Espero que os haya gustado.

 

-A.